¡Se Habla Español!
A todos los expatriados y los hispanohablantes que viven en Turín, no dudéis en contactar conmigo si queréis alguna información sobre el Método Feldenkrais o sobre mis clases.
Mi sitio web tiene mucho contenido original escrito en italiano, espero que podáis acceder a él de alguna manera.
De todos modos aquí me gustaría proponer una breve lectura sobre mi experiencia con el Método Feldenkrais. Por favor, ¡que disfruten!
MI EXPERIENCIA FELDENKRAIS
Me gradué en ingeniería en 2009 y trabajé durante 6 años como creator de contenutos videos y web. En 2014, buscando una ayuda entre muchas para salir de un problema de salud bastante limitante, conocí el Método Feldenkrais por consejo de un amigo.
Nunca antes había pensado en la posibilidad de relacionar la postura con la salud, pero cuando me di cuenta de que no podía respirar profundamente sin sentir punzadas de dolor en la caja torácica, tanto delante como detrás, pensé en intervenir también en este frente. Quería abordar el malestar que estaba experimentando durante esos meses también en términos de postura, probablemente estaba subestimando los muchos dolores que tenia. Mi experiencia fue maravillosa, y aunque los cambios fueron graduales y repartidos en el tiempo, considerarlos todos a la vez para mí es increíble. Recuerdo bien que la noche después de recibir mi primera lección de Integración Funcional (nombre que reciben los encuentros individuales con un profesor de Feldenkrais, en los que el cliente está pasivo y cómodamente tumbado en una camilla, tratando de aprender a no hacer nada, mientras es movido por el profesor) me sentí extremadamente cómodo y relajado, y este “nuevo” estado para mí me hizo tambien sentir una especie de despertar fisiológico en el abdomen, con sensaciones de calor, como si el organismo pudiera por fin lidiar un poco más con lo que las tensiones musculares no le permitían hasta entonces. Tardé muchas horas en dormirme, pero lo disfruté, extrañamente.
Al final de un encuentro individual, los profesores de Feldenkrais tienen la costumbre de invitar al alumno a notar las diferencias en su forma de moverse y de estar de pie con respecto a antes y con respecto a lo habitual: a menudo se sienten los hombros más anchos, la espalda más recta, la cabeza y el cuello más ligeros, los pies “bien plantados” en el suelo… Yo no sentía nada, simplemente me sentía más relajado y tranquilo, y me habria gustado volver al día siguiente.
Los cambios físicos, aunque no los notara, estaban ahí: una amiga que no me veía desde hacía un año me dijo, después de unos meses de Feldenkrais, que me veía más alto; pero yo seguía sin percibir nada nuevo, todavía no había aprendido a escuchar al cuerpo. Solía volver a ese profesor una vez a la semana porque sentía que lo que recibía me hacía sentir bien, pero no podía explicarlo concretamente. Me di cuenta de que me sentía mejor sobre todo mirando hacia atrás, como si las mejoras fueran cosas adquiridas silenciosamente, y ya se hubieran convertido en algo natural; no eran el resultado de un trabajo, o peor, de un esfuerzo, o de unos “resultados” ganados a pulso. Era algo que me habían señalado mis compañeros en el trabajo de oficina que hacía.
Al mismo tiempo, empecé a leer los libros de Moshe Feldenkrais, aprendiendo a estimarlo como uno de esos genios que nacen al menos una vez cada 50 años.
Al llegar al ultimo libro, el menos analítico y más intuitivo en mi opinion, con el enigmático título “El Poder del yo”, pensé incrédulo que estaba leyendo lo que siempre había querido saber y ni siquiera sospechaba que pudiera existir. Las “respuestas” y las invitaciones a profundizar en mi comprensión fueron más allá de lo que me atrevia a preguntar. La visión sintética de Feldenkrais era esclarecedora. Fue un paso natural querer entrar en el aprendizaje del Método con todo mi ser, y después de unos meses participé en la formación “Monferrato 1” para ser profesor del Método, bajo la guía de la directora educativa Mara Fusero. Llegué a conocer a algunos de los grandes del Método, entre los que no puedo dejar de pensar en Stephen Rosenholtz, Ulrike Apel, Paul Newton, Roger Russell, Ned Dwelle, entre otros, además de la mencionada Dr. Fusero. Conocer a intérpretes del Método de este calibre fue una bendición.
Al principio del curso tenía muchos dolores, desde la espalda (en la región lumbar y la zona entre los omóplatos y la columna vertebral) hasta el hombro derecho, la cadera y el nervio ciático izquierdo. En resumen, yo era uno de los más jóvenes del curso pero ya me sentía un poco desecho. Los cuatro años de entrenamiento fueron un viaje hacia atrás, donde todos los esguinces, las compulsiones posturales, las molestias, retrocedieron inexorablemente hasta desaparecer. Cada periodo de formación me dio la impresión de devolverme un poco a la vida, y este viaje por el camino de la Conciencia a través del Movimiento ha sido un proceso de devolución a mí mismo, que ha tenido lugar un centímetro a la vez, en el que he sido testigo de cambios internos y externos que me han tocado mucho. Estoy profundamente agradecido por haber recorrido este camino.
Ahora es el momento de dirigirme a los demás: he dialogado mucho con el dolor crónico, y de ser un invitado incómodo ha pasado a ser un compañero, ciertamente un poco difícil de soportar, y poco a poco incluso se ha convertido en un maestro exigente. Me guió para descubrir mi esqueleto, cómo utilizarlo de forma gradualmente más cómoda, aprendiendo a sentirlo con el mayor detalle posible y a sentir las relaciones entre las partes, porque todo está conectado. Practicar el Método me ha hecho sentir con la piel que es cierto que nunca se deja de aprender, y siempre estaré aprendiendo.
También fue útil y fascinante recorrer este camino porque en el Método Feldenkrais el trabajo sobre uno mismo puede transferirse a los demás: la transición de alumno a profesor fue muy lenta y gradual, y al mismo tiempo extremadamente espontánea. Si bien es cierto que empecé el curso de formación principalmente como una inversión en mí mismo, también es cierto que me ha devuelto al mundo -y al mundo del trabajo- con un alto nivel de formación profesional que puedo ejercer en todo el mundo, y que tengo el honor y -permítanme decirlo- la carga de ejercer y proponer en la ciudad donde vivo.
¡Se Habla Español!
A todos los expatriados y los hispanohablantes que viven en Turín, no dudéis en contactar conmigo si queréis alguna información sobre el Método Feldenkrais o sobre mis clases.
Mi sitio web tiene mucho contenido original escrito en italiano, espero que podáis acceder a él de alguna manera.
De todos modos aquí me gustaría proponer una breve lectura sobre mi experiencia con el Método Feldenkrais. Por favor, ¡que disfruten!
MI EXPERIENCIA FELDENKRAIS
Me gradué en ingeniería en 2009 y trabajé durante 6 años como creator de contenutos videos y web. En 2014, buscando una ayuda entre muchas para salir de un problema de salud bastante limitante, conocí el Método Feldenkrais por consejo de un amigo.
Nunca antes había pensado en la posibilidad de relacionar la postura con la salud, pero cuando me di cuenta de que no podía respirar profundamente sin sentir punzadas de dolor en la caja torácica, tanto delante como detrás, pensé en intervenir también en este frente. Quería abordar el malestar que estaba experimentando durante esos meses también en términos de postura, probablemente estaba subestimando los muchos dolores que tenia. Mi experiencia fue maravillosa, y aunque los cambios fueron graduales y repartidos en el tiempo, considerarlos todos a la vez para mí es increíble. Recuerdo bien que la noche después de recibir mi primera lección de Integración Funcional (nombre que reciben los encuentros individuales con un profesor de Feldenkrais, en los que el cliente está pasivo y cómodamente tumbado en una camilla, tratando de aprender a no hacer nada, mientras es movido por el profesor) me sentí extremadamente cómodo y relajado, y este “nuevo” estado para mí me hizo tambien sentir una especie de despertar fisiológico en el abdomen, con sensaciones de calor, como si el organismo pudiera por fin lidiar un poco más con lo que las tensiones musculares no le permitían hasta entonces. Tardé muchas horas en dormirme, pero lo disfruté, extrañamente.
Al final de un encuentro individual, los profesores de Feldenkrais tienen la costumbre de invitar al alumno a notar las diferencias en su forma de moverse y de estar de pie con respecto a antes y con respecto a lo habitual: a menudo se sienten los hombros más anchos, la espalda más recta, la cabeza y el cuello más ligeros, los pies “bien plantados” en el suelo… Yo no sentía nada, simplemente me sentía más relajado y tranquilo, y me habria gustado volver al día siguiente.
Los cambios físicos, aunque no los notara, estaban ahí: una amiga que no me veía desde hacía un año me dijo, después de unos meses de Feldenkrais, que me veía más alto; pero yo seguía sin percibir nada nuevo, todavía no había aprendido a escuchar al cuerpo. Solía volver a ese profesor una vez a la semana porque sentía que lo que recibía me hacía sentir bien, pero no podía explicarlo concretamente. Me di cuenta de que me sentía mejor sobre todo mirando hacia atrás, como si las mejoras fueran cosas adquiridas silenciosamente, y ya se hubieran convertido en algo natural; no eran el resultado de un trabajo, o peor, de un esfuerzo, o de unos “resultados” ganados a pulso. Era algo que me habían señalado mis compañeros en el trabajo de oficina que hacía.
Al mismo tiempo, empecé a leer los libros de Moshe Feldenkrais, aprendiendo a estimarlo como uno de esos genios que nacen al menos una vez cada 50 años.
Al llegar al ultimo libro, el menos analítico y más intuitivo en mi opinion, con el enigmático título “El Poder del yo”, pensé incrédulo que estaba leyendo lo que siempre había querido saber y ni siquiera sospechaba que pudiera existir. Las “respuestas” y las invitaciones a profundizar en mi comprensión fueron más allá de lo que me atrevia a preguntar. La visión sintética de Feldenkrais era esclarecedora. Fue un paso natural querer entrar en el aprendizaje del Método con todo mi ser, y después de unos meses participé en la formación “Monferrato 1” para ser profesor del Método, bajo la guía de la directora educativa Mara Fusero. Llegué a conocer a algunos de los grandes del Método, entre los que no puedo dejar de pensar en Stephen Rosenholtz, Ulrike Apel, Paul Newton, Roger Russell, Ned Dwelle, entre otros, además de la mencionada Dr. Fusero. Conocer a intérpretes del Método de este calibre fue una bendición.
Al principio del curso tenía muchos dolores, desde la espalda (en la región lumbar y la zona entre los omóplatos y la columna vertebral) hasta el hombro derecho, la cadera y el nervio ciático izquierdo. En resumen, yo era uno de los más jóvenes del curso pero ya me sentía un poco desecho. Los cuatro años de entrenamiento fueron un viaje hacia atrás, donde todos los esguinces, las compulsiones posturales, las molestias, retrocedieron inexorablemente hasta desaparecer. Cada periodo de formación me dio la impresión de devolverme un poco a la vida, y este viaje por el camino de la Conciencia a través del Movimiento ha sido un proceso de devolución a mí mismo, que ha tenido lugar un centímetro a la vez, en el que he sido testigo de cambios internos y externos que me han tocado mucho. Estoy profundamente agradecido por haber recorrido este camino.
Ahora es el momento de dirigirme a los demás: he dialogado mucho con el dolor crónico, y de ser un invitado incómodo ha pasado a ser un compañero, ciertamente un poco difícil de soportar, y poco a poco incluso se ha convertido en un maestro exigente. Me guió para descubrir mi esqueleto, cómo utilizarlo de forma gradualmente más cómoda, aprendiendo a sentirlo con el mayor detalle posible y a sentir las relaciones entre las partes, porque todo está conectado. Practicar el Método me ha hecho sentir con la piel que es cierto que nunca se deja de aprender, y siempre estaré aprendiendo.
También fue útil y fascinante recorrer este camino porque en el Método Feldenkrais el trabajo sobre uno mismo puede transferirse a los demás: la transición de alumno a profesor fue muy lenta y gradual, y al mismo tiempo extremadamente espontánea. Si bien es cierto que empecé el curso de formación principalmente como una inversión en mí mismo, también es cierto que me ha devuelto al mundo -y al mundo del trabajo- con un alto nivel de formación profesional que puedo ejercer en todo el mundo, y que tengo el honor y -permítanme decirlo- la carga de ejercer y proponer en la ciudad donde vivo.
Mi estudio:
Corso Turati 7/M – Torino (cerca de la estación Porta Nuova)
Tel/Whatsapp:
+39 3470744321